LA ESCUELA LIBRE DE ARTE PLÁSTICAS ALTAMIRA (1946)
En 1946, alentada por su padre, María Juana Heras Velasco asistió a la Escuela Libre de Artes Plásticas Altamira, donde estudió dibujo y pintura con Emilio Pettoruti, y escultura con Lucio Fontana, y tomó clases de Estética . Decidió presentarse en la Escuela luego de ver un aviso en el diario donde se anunciaba su apertura. “Mi padre me acompañó a inscribirme y cuando me preguntaron en qué taller, me escuché decir: en escultura. Todavía me asombro.”, recordaba(1).
Andrea Giunta señala en relación a Altamira (2): “Financiada por Gonzalo Losada, exponente central del grupo de intelectuales exiliados de la República Española, la Escuela no solo reunió a un conjunto de destacados profesores, sino que también nucleó una serie de actividades identificadas con estéticas emergentes y oposicionales […].” La autora recupera el espíritu de aquellas clases a través del testimonio de Heras Velasco, entre otros: “El método de enseñanza de Fontana consistía en hacer trabajar a sus alumnos frente al modelo vivo. Según explica María Juana Heras Velasco, alumna de Altamira: ‘La modelo mantenía por un tiempo la misma pose para que intentáramos un trabajo exhaustivo. El último día hacía poses de poco tiempo para bocetos rápidos’. Frente a la alternativa de copiar yesos que se ofrecía en las escuelas oficiales, la propuesta de Fontana se sentía liberadora y revulsiva.”
Las primeras experiencias de formación en Altamira y los vínculos que estableció con sus maestros, Emilio Pettoruti y Lucio Fontana, marcarían el modo en que la artista concibió el trabajo artístico. Estos vínculos, surgidos en la Escuela, se prolongaron aún después de la partida de ambos maestros a Europa a través de intercambios epistolares y una visita a Fontana en un viaje que María Juana realizara a Europa en 1964.
A lo largo de su trayectoria, María Juana Heras Velasco refirió con frecuencia a sus enseñanzas: “Debo a Pettoruti el respeto por el oficio y la dignidad del quehacer. A Fontana, el saber que el arte es riesgo, desafío. A ambos, el ver el espacio. Lleno o vacío. A organizarlo tratando de lograr la mayor potencialidad expresiva.” A ellos dedicará dos de sus Homenajes, “Homenaje a Pettoruti” (1950) y “Homenaje a Fontana” (1970), y una muestra en Unión Carbide en 1983, en el marco del ciclo “Encuentro entre un artista y su memoria”.(3)
(1)Herminia Devoto, “María Juana Heras Velasco. La vitalidad” (entrevista), Manos a la obra, año 1, n° 8, Buenos Aires, marzo de 1998. Pp. 26-29.
(2)Andrea Giunta, “Crónica de posguerra: Lucio Fontana en Buenos Aires”, en Emilio Ellena, Lucio Fontana: un seminario, Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica, 1998. (ATHV)
(3)Heras Velasco – Fontana – Pettoruti / Distéfano – Barragán – Macchi, Unión Carbide, Buenos Aires, 18 al 31 de agosto DE 1983. Realizadas en el marco del ciclo “Encuentro entre un artista y su memoria”, n° 12. (ATHV)